jueves, 1 de septiembre de 2011

Bulla.

Por: Lustein Baldemar López Alcázar.

Cuando era niño, recuerdo muy bien que no me gustaban las casas en interior, menos las que estaban alejadas del centro. La mayoría de mis amigos decían que era mejor tener las cosas cerca: el mercado, el centro, las terminales de transporte, vivir muy lejos del centro pues era incomodo. Ahora que ya estoy casado y vivo fuera de la casa de mis padres, me ha tocado habitar en casas en interior y otras alejadas de la parte más céntrica. Sólo en una ocasión viví cerca del centro, y reconozco que me alteraba el movimiento de los carros y el claxon a muy temprana hora. A veces me preguntaba: ¿Me estaré volviendo viejo o amargado? Lo cierto es que ahora, si de vivir se trata, entre más lejos este del centro y si es posible en interior; mejor. La privacidad y la quietud son aspectos importantes que ya se anhelan en Huixtla. Antes el ruido era: El silbato del tren, la cadena del carro del gas, la campana del carro de la basura, el carrito de chacho Ibarra, y uno que otro grito, como: El pan, tamales, elote hervido, etc.

Sin embargo debido al crecimiento mal planeado y el progreso no previsto de nuestra ciudad, esta ha dejado de ser un lugar que se había caracterizado por su tranquilidad. Hoy, Huixtla se ha convertido en una mera reproductora de ruido, una bocina gigantesca plagada de sonidos indiscriminados que por ende generan contaminación y alteran la salud.

Son tantas las fuentes de donde se generan ondas sonoras mal reguladas que cada vez distinguimos menos de donde provienen. Por citar ejemplos, el número cada vez mayor de transportes con el ruido excesivo de sus motores y sus cláxones nos ponen en un caos desesperante. Debido a que la vialidad está mal planeada y regulada, los conductores de los medios de transportes tratan de salir del problema como pueden, con acelerones, toques estridentes de sus bocinas que lejos de alertar, lastiman. El claxon se ha convertido no en un instrumento sino en un arma.

La música mal regulada en las cantinas, algunos negocios y el comercio ambulante que utiliza algún aparato electrónico para pretender difundir sus productos nos están contaminando y dañando físicamente. A veces resulta irónico que los promotores de salud como son algunas farmacias, se parezcan más a un bar o discoteca que un espacio de salud.

Y que decir del comercio informal que expende piratería, estos utilizan sus aparatos con sonidos por encima de los decibeles permisibles y lo que resulta peor, sin ecualizar, esto hace que el sonido sea agudo y lastimoso, provocando: Dolor de cabeza, hartazgo, fastidio y en algunos casos altera e irrita la paciencia.

Los anunciantes de productos o eventos, el llamado perifoneo que cada día son más, nos condenan al ruido continuo y desde muy temprano hasta muy tarde. Pregunte como se sienten a los que les toco la mala suerte de vivir muy cerca de una discotek o de un salón de baile, incluso de una iglesia, donde los ruidos son indiscriminados. Por ejemplo: Las famosas “discos rodantes” y sus sonidos poco gratos, llenos de ecos graves que en una madrugada son para volverse loco. Eso sin tomar en cuenta los escándalos, gritos y peleas que estas provocan.

Recuerdo que en una ocasión me encontraba en Costa Rica en el domicilio donde vivía, eran como a las 6 de la tarde, tenía que hacer unas lecturas. Justo en ese momento unos vecinos comenzaron una fiesta. En seguida le comente a mi esposa: “Con ese ruido a ver si podemos dormir” Para mi sorpresa, cuando el reloj marcó las diez de la noche, los vecinos bajaron el volumen, la fiesta siguió, pero con la música baja. Me quedé asombrado, me asomé por la ventana y vi a la gente en la casa bailando y con la música en un sonido normal. Pero mi asombro mayor fue cuando leí en la prensa costarricense que una señora le había ganado una demanda a la compañía de ferrocarriles de ese país. Dicha demanda se realizó porque a la señora le molestaba el ruido que hacia el silbato del tren. La autoridad ordenó a la compañía abstenerse de hacer ruido cuando pasara frente a su casa. ¿Se imagina usted poder ganar un pleito legal a un triciclero, transportista o chofer en nuestro país para evitar que haga algún ruido molesto? …Ni en sueños.

Me cuentan que en Estados Unidos ocurre algo similar, si usas tus parlantes en alto volumen no demora una patrulla en llegar a pedirte muy amablemente que le bajes o de lo contrario te arrestarán. Pues así cualquiera le baja sin oponerse o hacer escándalo.

Pero en nuestro querido terruño, la ley vale poco y no se acata y a eso súmele la poca cultura de respeto a los demás. La palanca, el compadrazgo, la corrupción han provocado que cualquiera haga lo que le da la gana. Por lo que a veces nos toca agachar la cabeza y decir: “No se puede hacer nada” Me da la impresión de que con tanto ruido ya ni la autoridad escucha.

Lo cierto es que entre más ruido, más nos afectamos. Entre mas nuestros oídos están a expensas de sonidos estridentes menos escucharemos el día de mañana. Es bastante probable que por no querer escuchar hoy o hacernos oídos indiferentes, nos condenemos a la sordera en un futuro.

No vivimos en Europa ni en una metrópoli, tampoco somos una urbe, pero cada vez escucho decir a más personas: “Me quiero ir a un lugar menos ruidoso en donde pueda tener mayor tranquilidad y estar menos tenso”. Hay gente en Huixtla que mejor se fue a vivir a la parte alta, aunque ya no sea Huixtla, pero hay menos bulla y más tranquilidad. ¿Será que nuestra ciudad se está convirtiendo en una maquina ruidosa que no descansa? Se que quizá para muchos no sea de relevancia lo que reflexiono, pero en menos de una década resentiremos los estragos de tanto sonido estridente.

Afortunadamente aún podemos escuchar el concierto de los pájaros en las mañanas, el arrullo de los grillos y las chicharras en la noche, el sonidos del viento y el mover en ocasiones de la hojas de los arboles. Cuando eso desaparezca de nuestra ciudad, seremos como entes llenos de ruidos que anhelarán la quietud y el silencio que una vez conocieron.

Mi más sinceros pésames a los oídos de los taxistas, de los que hacen perifoneo, de los que venden gas, los que traen audífonos todo el tiempo, los que no ecualizan sus aparatos de sonido. Los que disfrutan el sonido estridente en las pachangas, sin saber que atrofian su aparato auditivo; porque están condenados en un futuro al mal humor, al sobre salto y a la desesperación, vivirán pues inquietos buscando un oasis de silencio, o una burbuja de tranquilidad y estabilidad.

No lo vi, me lo dijeron; pero fue cierto. (Un cuento)

(Los nombres de los personajes son ficticios, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.)

Por: Lustein Baldemar López Alcázar.

En los años en que Huixtla era un pueblo en proceso de urbanización, que no tenía tantas calles pavimentadas y las propiedades se dividían con cercos de plantas y alambres de púas, no era tan difícil pasar de una propiedad a otra. La gente no robaba como ahora y el ambiente de comunidad era más vinculado aunque los patios eran grandes.

En esas fechas ocurrió una historia tan peculiar que se antoja a una moraleja: Roberto era un joven en edad cercana a los treinta, casado, que gozaba de buena salud y virilidad. Una de las muchas noches de feria, cuando el parque estaba en la hora de más afluencia, en el que la gente cenaba y disfrutaba de los juegos mecánicos, él caminaba y lo hacia como esperando solo que el tiempo pasara. Después de tanto dar vueltas al fin se dirigió frente al negocio de don Arturo, “La burula”, cantina famosa y muy concurrida. Se detuvo disimuladamente como buscando algo mientras contaba cuantos clientes habían. Después vio su reloj y sonrió con cierta malicia.

Comenzó a caminar buscando una de las salidas de la feria, hasta perderse en lo oscuro de las calles. Contrario a lo que había en la feria, por las aceras casi no había gente, todo parecía tan silencioso, se podía escuchar el sonido que emiten los insectos nocturnos, y el ladrido de algunos perros.

Roberto ya había abandonado las calles pavimentadas y caminaba por las empedradas calles de aquéllos días; sentía que la respiración se intensificaba mientras se acercaba a cierta casa, poco a poco se detuvo frente a una cerca y constato que nadie lo viera y la saltó, mientras alguno perros comenzaban a ladrar. Después de olfatearlo, se quedaron quietos. Caminó hacia la parte trasera de la casa, buscando la puerta de la cocina. Mientras tanto alguien dentro de la casa, caminaba hacia la misma dirección apenas logrando distinguir entre la oscuridad; era Patricia la mujer de Don Arturo, el cantinero de la feria. Ella era una hermosa mujer, joven y de figura escultural. Al abrir la puerta abrazo con locura a su amasio y le comenzó a llenar de caricias y besos mientras penetraban a la vivienda. El respondía de la misma forma a los arrumacos de su amada buscando así satisfacer sus deseos carnales. La intensidad de las caricias reclamaba el lecho calido para consumar la pasión prohibida que los arrastraba. Justo en ese momento escucharon los ladridos de los perros y al mismo tiempo la potente voz del amo que les hablaba por sus nombres. Ambos sintieron helarse por el susto. Un miedo terrible los invadió al sentir que estaba a punto de ser descubiertos. Astutamente Patricia le sugirió a Roberto que se ocultase detrás de una puerta que daba al fogón que estaba en el patio.

Se escucharon los golpes insistente en la puerta, esperando un poco, quito la tranca de la puerta y fingiendo estar adormitada le dijo al esposo que se le hacia extraño que llegara tan pronto. El le comento que el ayudante había llegado y que se había dado el resto de la noche libre. En ese instante comenzó a abrazarla e intentó besarla, pero ella le contesto que tenia dolor de cabeza y que no se sentía bien, a lo que don Arturo le rogaba un poco de placer, ella contesto que mejor se durmiera, que estaba indispuesta.

Don Arturo no tuvo más que acostarse y al poco tiempo se quedo completamente dormido, momento que Roberto aprovechó para salir de la casa y después caminó rumbo a su hogar en donde lo esperaba su mujer.

Caminaba con cierta intranquilidad, recordaba que había estado a punto de ser descubierto, aunado a eso, su excitación había sido interrumpida de forma abrupta y solo le quedaba recordar y anhelar los besos y las caricias de su amante para otro encuentro. Apresuro el paso para poder llegar más rápido a su casa.

A la entrada de su vivienda sus perros salieron a recibirlo y llamó a cada uno por su nombre para que se tranquilizaran.

Toco la puerta con cierta insistencia, su esposa quito la tranca, el entro; y sin decir más comenzó a besarla, de alguna forma deseaba satisfacer su necesidad sexual que momento antes había sido estorbada. Pero, curiosamente su esposa le dijo: Tengo dolor de cabeza, no me siento bien, mejor acuéstate a dormir. En ese momento Roberto la hizo a un lado y veloz como un rayo encendió las luces de su casa, como loco busco por todos lados para ver sino había algún sujeto escondido.

Huixzantan.
Por: Lustein Baldemar López Alcázar.

“Con sincero reconocimiento a los integrantes de la directiva de la colonia “San Antonio” y a su presidente; Juan Luis Ángeles R.”

Hace tiempo vi una película gringa que se llama “Impacto en lo profundo”. La cinta retrata la historia de una inundación provocada por el choque de un meteoro en el mar. Esto hace que los pobladores evacuen el lugar y corran hacia las montañas para ponerse a salvo de una inundación.
Dos cosas me llaman la atención de esa película. La primera es que el presidente de los estados unidos es negro, cuando esa película fue hecha no había tal cosa. Creo que los estadounidenses no soñaban con eso, lo digo por su racismo, sin embargo la realidad ya superó a la ficción.
La segunda cosa que es interesante y digna de mención es que hoy, en todos lados, corremos hacia los lugares altos, todos buscamos un sitio seguro, los ríos dejaron de ser un lugar bonito para vivir cerca de ellos. La realidad está superando a la ficción.
Desde el desastre del noventa y ocho, los Huixtlecos comenzaron a buscar patios para construir en lugares alejados del rio. Recuerdo que antes nos decían a los que vivíamos en las partes altas de Huixtla; “Ta muy lejos tu casa y la gran subidona” Ahora, la calle donde viven mis papás es una de las más transitadas y aunque es alto, hoy se busca estar, en lo más alto, donde se este a salvo del rio y lejos del calor. El segundo desastre que vivimos en el dos mil cinco nos dejó un mensaje: “Si vuelve a llover intensamente, el rio puede entrar al centro de la ciudad e inundarla, como ocurrió en Tabasco y Veracruz”
Por eso ya se están formando nuevas colonias y todas están con dirección a una parte de Tuzantan. ¿Por qué para allá? Pues es sencillo; primero porque la parte que colinda con Tuzantan al nororiente de Huixtla está en alto. Y segundo; porque es para donde la mancha urbana se fue, es decir que ya está poblado. Desde que la colonia 29 de Diciembre se formó, muchos comenzaron a apostarle a buscar esos rumbos y los que lo hicieron, no se equivocaron.
Los que compraron en un principio pagaron precios bajísimos, cantidades que no rebasaban los 5,000 pesos y en algunos casos hasta en pagos. Ahora los patios por esa zona alcanzan hasta los doscientos o trescientos mil pesos, contrario, muy contrario a lo que cuesta hoy una casa cerca del rio que por estar en zona de riesgo se depreciaron.
Después del crecimiento forzoso, se unieron ambas poblaciones y hoy, solo divide una calle a las dos Ciudades. Lo cierto es que la mayoría de los que viven en esas colonias cercanas realizan todas sus actividades aquí, pero son ciudadanos tuzantecos. Aunque no se nota, hay situaciones peculiares de esta unión. Por mencionar algunos ejemplos: El Conalep Huixtla, se ubica en Tuzantan. Los “colectivos” de Huixtla tienen las rutas los: 29, La flor, Jubileo, San Miguel. Y todas estas son colonias tuzantecas.
En los últimos meses del año pasado, fui testigo del proceso de escrituración de nuevas colonias pertenecientes a Tuzantan, esto porque decidimos adquirir un predio en una colonia de nueva creación. La oportunidad de comprar era por el buen precio y también porque ando huyendo del rio. Cuando dicho asunto estaba a punto de concluir, nos citaron para hacer los pagos correspondientes en las oficinas de catastro. Cuando me encontraba pagando el predial en la presidencia de este municipio, no me sentía extraño, más bien en confianza porque estaba entre puros Huixtlecos. Salieron muchos chascarrillos mientras hacíamos fila. Algunos decían: “Debemos promover la anexión se San Antonio a Huixtla (así se llama nuestra colonia). Les decía: “Promovamos un nuevo municipio Huixzantan”. No faltó quien dijera: “Somos los NINIS, ni Huixtlecos ni Tuzantecos”. Nos comentaba el líder de la colonia, que toda nuestra información pasaría el IFE, así que ya estaremos registrados con nuevas direcciones. En las próximas elecciones tendré que elegir presidente en otro municipio.
El crecimiento inminente de las poblaciones forma sin duda alguna, nuevo asentamientos. Algunos en zonas de riesgo, otras en lugares invadidos. Sin ánimo de hacer promoción, considero que la colonia “San Antonio” tiene muchas ventajas que la hacen favorable; Algunos predios aún están a precios accesibles, ya no será difícil escriturar porque ya hicieron todo el proceso de loteo ante hacienda y protección civil. Es la más cercana a Huixtla (atrás del Conalep). Por su altura, el clima es favorable, siempre corre un viento fresco y el ruido es menor. Todo indica que no crecerá sin planeación porque a diferencia de otras, llevó un proceso de acuerdo a lo establecido por el gobierno del estado. Bien por estos logros, todo sea por el beneficio de tener un lugar donde vivir, mismo que posea las condiciones óptimas para el desarrollo de una sana convivencia.

jueves, 19 de agosto de 2010

Te extraño Huixtla.

“La ciudad más hermosa es la que mis ojos todavía no conocen”
Nazim Hikmet.

Por: Lustein Baldemar López Alcázar.
Cuando veo un acetato de vinil de los llamados L.P. (Long play), experimento la nostalgia por los recuerdos de mi niñez. Viene a mi mente aquella consola donde escuchaba los discos que mis hermanos compraban o que los pretendientes regalaban a mis hermanas. Las tardes calurosas e incansables de futbol en la calle, cuando el calor no era culpa del calentamiento global, sino del “aquí hace calor y punto”. Como poder olvidar aquellos aguaceros que no causaban miedo, nadie hablaba de los frentes fríos, de tormentas tropicales o huracanes. Total, aquí solo existen tres estaciones; tiempo de agua, tiempo de seca y la estación del tren.
Jugar en las noches a los encantados y las escondidas, sin miedo por un asaltante, o un chofer que viajara a alta velocidad era algo cotidiano, recuerdo que no pasaban carros por la avenida donde vivíamos. No teníamos televisión y en la casa de doña Julia veíamos los miércoles “El chapulín colorado” y el lunes “El chavo del ocho”. Pareciera que aún tengo impregnado el aroma del mole con que doña “Toyita” bañaba sus enchiladas.
Haber crecido en este terruño ha sido una experiencia suigeneris por la tranquilidad que tenía Huixtla. Lugar pintoresco con sus personajes tan peculiares, tan únicos. No cualquiera tiene a un Unga, un Toropi o al singular Neto; son personajes que no se ven en cualquier lugar y son primeros actores en la puesta en escena de esta tierra cálida.
Cada vez que camino por las calles de Huixtla, me entristece darme cuenta que estamos tan lejos de ser una ciudad de empuje y desarrollo; plagada de casas de empeño, cantinas e invadida por el ambulantaje, con serios problemas de vialidad y con desabasto de agua. Todo esto me hace añorar al Huixtla del ayer, de mi ayer joven; porque no soy viejo.
Me gustaría volver a caminar una calle empedrada, y poder saludar al señor que viaja en su carretón a dejar las cosas de una señora que vende en el mercado. Escuchar el grito de un jinete cabalgando con sus tambos llenos de leche. Sería tan cotidiano en una mañana cualquiera volver a oír el silbato del tren y ver como la gente se apresura para abordarlo. O esperar afuera de la casa a mi mamá con su canasta llena de cosas para tomar café San Luis y pan de donde doña Margarita, mientras observo la gran fila en la tortillería “La india María”
Que tiempos aquellos, cuando la escenografía de Huixtla era adornada con casas de tejas y cercas de laurel, con atardeceres lluviosos entre pan y café. Aquellos tiempos en que la vida social era menos protocolaria, en el que las fiestas se hacían a media calle y no faltaba la marimba. O que decir de aquellos bailes en el club de leones y las tardeadas de la “Black and White”.
Esperar en la adoquinada avenida central un desfile interminable en fechas cívicas, comandado siempre al frente por el inigualable Neto. Ser testigo desde la peluquería de mi papá de la sacada de ficha de los de la prepa que antes eran peloneados. Me gustaría volver a escuchar el estruendo de voces en el estadio Anáhuac gritando ¡gool! en una gran final de futbol entre el Hamburgo y el Cruz Azul. Encender el radio e imaginar las aventuras de “Kaliman” ó del “Rayo de plata”. Escuchar la inigualable voz de don Héctor Cruz anunciando el programa “Al son de la marimba” en la XEKY.
Caminar un 25 de Diciembre por las veredas que nos llevaban a la “poza azul” o a la de “poza de los japones”, y comer mango o caimito de a gratis con tanto árbol que se encontraba en el camino.
Salir una noche y e ir en dirección de la avenida central y ver una película en el desaparecido cine y finalizar cenando por el parque en “Tacorama” o pasar a esperar a que Cornelio tenga menos gente, para poder comer unos tacos con mucha cebolla sin que te hagan mala cara o te la cobren extra. Quisiera volver a escuchar el peculiar sonido del telégrafo cuando me tocaba hacer fila para el envío de dinero a mi hermano Eddy a Tuxtla.
El Huixtla de calles adoquinadas, de argentinas; de un palacio antiguo, falleció, se perdió por el desarrollo inminente o quizá por la falta de planeación de nuestros gobernantes que no se asesoraron con personas que sabían, para que nuestra ciudad tuviera un toque distinto en el Soconusco. Apenas se conserva un edificio antiguo que tiene más de cien años y es la estación del tren, pero está en total abandono entre orines, eses fecales y ambulantaje. Que mala cara tenemos y que falta de gusto nos caracteriza. Añoro el Huixtla de mi ayer, apenas joven pero distinto, muy distinto al que destruyeron las ideas inútiles de los que les toco presidir nuestra ciudad.

miércoles, 30 de junio de 2010

Este cuatro de Julio todos a votar… ¿Y por quién?

Por: Lustein Baldemar López Alcázar.
A pocos días de las elecciones para renovar alcaldes y diputados, el panorama aún no está claro. Por primera vez he escuchado de mucha gente decir que en está ocasión no piensan votar. Pareciera que los candidatos no han logrado penetrar en la aceptación del electorado. Y tengo que reconocer que a estas alturas del partido estoy en la misma disyuntiva, no se por quién votar.
Percibo que hoy como siempre; algunos votaran con la consigna clara de castigar, otros por disciplina partidista, muchos por los apoyos y algunos más; para ver si pueden continuar viviendo del erario público. Y de la misma manera, muchos harán campaña o las apoyarán con las mismas razones que los votantes. Pero el verdadero sentido o la razón principal de una elección no está concebida por la mayoría. Es decir, la democracia de la que tanto se habla es un ente que brilla por su ausencia.
Se supone, que después de escuchar ofrecimientos y analizar planes de trabajo, los electores debieran concientizar y votar a favor del mejor candidato, al menos en propuesta. Pero está claro que los partidos políticos y sus postulados no presentan promesas claras a favor de Huixtla. Pareciera que igual que el técnico de la selección nacional, Javier Aguirre, solo servirán para que el negocio no caiga. Porque algunos partidos políticos buscan abanderados para que tengan vigencia, pero de las problemáticas reales que nuestro pueblo necesita resolver urgentemente, de eso no se sabe nada. Cómo la selección sólo irá al mundial; pero no serán campeones.
Solo por mencionar algunas cosas apremiantes. Es preciso decir que Huixtla está urgida de una renovación total en materia de ingeniería que logre hacer que nuestras arterias sean totalmente transitables, con un concreto hidráulico de calidad y con drenajes nuevos. También es apremiante organizarlas de tal manera que todo el caos vial que existe, producto del ambulantaje, la falta de respeto a los señalamientos por parte de los conductores y la mala organización de los sentidos, pueda aminorar.
En materia de salud es urgente que sea solucionado el problema de la basura. Pero no sólo de comprar carros nuevos, sino trabajar desde el aspecto cultural, la logística para el proceso de recolección, hasta el relleno sanitario para su depósito y manejo correcto de los desechos. Cuanto dinero y energía se desperdicia por la falta de cultura de reciclaje. ¡Hasta como negocio podría ser benéfico!
El problema del desabasto de agua es critico y conforme avanza el calentamiento global, nos quedaremos en sequias agudas y con solo agua de pozo; que para variar está contaminada con los drenajes colapsados.
La inseguridad que cada día es mayor y se agudiza por la falta de vigilancia, así como el trabajo incompetente de la policía y la falta de alumbrado, nos dejan cada vez más vulnerables ante la buena organización y trabajo eficaz de la delincuencia.
Con sólo estos rubros que fueran solucionados se podría decir que vale la pena votar por un partido, sea del color que sea y tenga la ideología que tenga.
Estoy consciente que en tres años no se puede hacer todo, pero creo que es importante hacer un llamado a la clase política, a los que toman las decisiones partidistas en mesas de café; para que su inteligencia y su experiencia de estrategas no la desgasten pensando en diseños eficaces para slogans partidistas, proyectos de campañas mediáticas, ó negociaciones de altas esferas.
Más bien deberían perpetuar sus partidos si es que eso desean, con diseños realistas y apegados a las necesidades de nuestros pueblos que les permita trabajar en proyectos a largo plazo para beneficiar a los que los eligen. Solo así nos podrían vender claramente la palabra “continuidad”. Es una pena saber que cada vez que estrenamos presidentes, estrenamos ideas y lo que se logra en un trienio se pierde en el siguiente. Y eso no ocurre solo cuando cambia de color la presidencia, sino también cuando cambia de presidente, aunque sean de un mismo partido.
No es sano el dicho que desgraciadamente se ha perpetuado: “Ahora hay que darle oportunidad a otro partido, a ver que hace” Eso solo refleja que estamos apostándole a la nada. Como la selección mexicana en el mundial, se crean las condiciones de gol, pero al final no se define, no hay contundencia y como resultado final, no se gana. Solo se va al mundial a hacer lo mismo, retornar antes del quinto partido. Todo porque no hay un plan de trabajo a desarrollarse con antelación, visión y definición.
Bueno sería que trienio tras trienio saliéramos a votar para dar continuidad a un proyecto con visión a largo plazo y con trabajo real para que los beneficiados fuéramos los Huixtlecos. Así las elecciones serian una verdadera fiesta electoral, porque serían transiciones políticas protocolarias en una sociedad madura que conoce los rumbos a seguir.
Pero creo que en esta ocasión como antes, seguiremos votando con la única convicción de encomendarnos a Dios ó a nuestro santo preferido, para soportar el periodo del ganador esperando que ya se vaya y así volver a apostar al que viene, haciendo de las elecciones un proceso viciado e inútil. Mientras sigamos así, estaremos condenados a campañas de cancioncitas, de mucho dinero, de compra de votos y de engaño mediático. Urge que la clase política defina que quiere hacer por Huixtla y urge que nos preparemos para que examinemos propuestas que sean creíbles y posibles de realizar.
Curiosamente; al terminar este pequeño artículo tengo menos ganas de votar, sin embargo lo haré por deber cívico y con la misma idea de siempre: ¡Que Dios bendiga a Huixtla!

lunes, 28 de septiembre de 2009

¡¡¡Viva México!!!

Por: Lustein Baldemar López Alcázar. Alineación a la izquierda

Había asistido al grito de independencia en varias ocasiones, otras las había visto por televisión; y los últimos tres años me había tocado ser parte de la organización del mismo, por razones laborales. Descubrí todos los aspectos importantes que envuelven al acto protocolario del grito de independencia y la solemnidad del acto cívico por la presencia del pabellón nacional.
Sin embargo en esta ocasión el grito de independencia sería en un lugar distinto, muy distinto; porque era en otro país y con otra gente.
A diferencia de México, en que los festejos de independencia empiezan el 13 y culminan el 16 con el desfile, en Costa Rica, inician el 14 a las 6 de la tarde en punto, cuando en todo el país se entona el himno nacional y después se encienden los faroles. Al siguiente día es el desfile escolar.
15 de Septiembre de 2008. San José Costa Rica.
Después de haber asistido una noche antes al desfile de faroles. El quince septiembre por la mañana, nos dispusimos con mi esposa a ir al desfile tradicional de indepencia en la municipalidad de Tibás, allí donde se encuentra el estadio Saprissa. Era día festivo, libre y cívico. Los ticos de rojo, azul y blanco; parejo: niños, jóvenes, adultos y hasta ancianos.
El desfile fue muy vistoso, con todas las características de un desfile carnavalesco; al estilo gringo. Similar a lo que se ha convertido el desfile de la revolución mexicana. Extrañaba la marcialidad del desfile y los toques de las bandas al estilo de marchas militares; pero me interesaba conocer también la cultura costarricense, que presume de ser muy nacionalista. Después de un buen sol y de ver los colores azul, blanco y rojo, nos dimos un pequeño descanso, porque aunque para los costarricenses allí terminaba todo; para mi no. Para mi seguía lo esperado, el grito de independencia por la noche.
La embajada de México ya había enviado con anticipación vía internet las invitaciones para asistir al grito. El requisito era pasaporte y sino se es mexicano, estar casado con un mexicano o ser invitado por el. Sino, pagar mil colones, algo así como treinta pesos.
Mi esposa se encargo de adaptar un pantalón negro con unos seguros desde la cintura hasta el ruedo simulando las botonaduras, para que se viera similar a los pantalones que usan los charros, una gaza tricolor en el cuello y mi sombrero de charro. Confieso que es un atuendo que nunca, nunca lo había usado.
Era una noche lluviosa y con frio; pero teníamos tantas ganas de ir que no importó eso. Llegamos a la provincia de Heredia en donde se encuentra el salón de conciertos masivos en el que se realizaría la fiesta. No es muy fácil dar con las direcciones en Costa Rica, así que buscamos y buscamos, cuando a lo lejos vimos una bandera enorme y los colores eran distintos dijimos: Ándale pues, aquí es.
Ingresamos al lugar y ya se sentía el ambiente distinto, las empresas mexicanas con sus anuncios, los stands de comidas, los tacos, la cochinita pibil, el mole, los panes, las tostadas, zopes, enchiladas; y el que no podía faltar, el tequila.
Eran las diez de la noche y la gente caminaba saboreando los antojitos diversos, así como observando los productos de las diferentes empresas de México. Un grupo de música alternativa amenizaba el evento. Cuando la hora llegó, cada uno dejó lo que hacia y se dispuso a rodear el espacio en donde la escolta, que era formada por los mismo empleados de la embajada haría su recorrido. Se hacían las pruebas de audio y video para poder ver el grito desde el zócalo de la ciudad de México por televisión. El acto dio inicio. Mi esposa estaba sorprendida al observar la forma de marchar de la escolta. Después se procedió a dar el grito. Sentía una emoción fuerte cuando escuchaba a muchos compatriotas (tres mil aproximadamente) gritando ¡¡Viva México!! Yo mismo me desconocía gritando fuertemente; claro después de algún tiempo fuera de tu patria, te enorgulleces cuando ves tus colores y escuchas las notas del himno nacional que aprendiste desde niño.
El acto cívico culminó, pero la fiesta aún no terminaba, ya que hizo su aparición un mariachi, con integrantes costarricenses pero el director y cantante era de origen mexicano quien entono las melodías clásicas de nuestro país. Otra sorpresa para mi esposa fue ver a la gente bailar al son del mariachi, el momento era único, se formaban grupos de gente que se abrazaba y gritaban mencionando los estados de donde venían. Se escuchaba: Michoacán, Veracruz, Sinaloa y claro…Chiapas. Curiosamente, después de tanto baile, abrazos, y gritos, muchos terminaban presentándose porque no eran conocidos. La noche daba para más pero desafortunadamente al siguiente día había que trabajar, porque en Costa Rica el 16 no es día libre. Así que muchos tenían que despertar a la cruda realidad de que al siguiente día, era un día normal; pero bien valía la pena el desvelo y el despertarse muy temprano con tal de tener un momentos la dicha de sentirse como en México. Este año la ceremonia del grito la vi por televisión aquí en Huixtla; pero curiosamente, mi cuñada, su esposo e hijo asistieron a la ceremonia que esta vez la embajada de México en Costa Rica celebro en la provincia de Alajuela.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Para mi padre.

Por: Lustein Baldemar López Alcázar.

Admito que se alojan en mí, sentimientos encontrados, cuando te veo caminar lentamente. El tiempo y la debilidad de tu cuerpo se alían en lucha frontal contra ti. Tu semblante ya no es el mismo, las canas invaden lentamente tus sienes. Añoro tu vigor y la energía de tu ser como la fuerza del sol de medio día. El poder de tu legado es mayor que el golpe lento del cronos. Aún cuando te hayas ido, seguirás de pie, con tu sonrisa franca y tu gran corazón.
Papá, en todo este tiempo de vida, he aprendido tanto de ti, que aunque;
No fuiste ingeniero, construiste una comarca de bien que rodeo a nuestra familia.
No fuiste chofer, pero supiste conducirme por el camino del entendimiento y del respeto.
No fuiste un economista, pero supiste administrar lo que ganaste y a nadie le debes algo.
No fuiste abogado, pero me enseñaste el derecho, la justicia y la sana convivencia.
No fuiste médico, pero cuidaste de mí en la enfermedad.
No fuiste psicólogo, pero siempre me has comprendido.
No fuiste cómico, pero siempre me aliviaste el alma haciéndome reír.
No fuiste cocinero, pero nunca padecí hambre.
No fuiste escritor, aunque escribiste tu historia en mí.
No fuiste navegante, pero me enseñaste a darle sentido a la vida.
No fuiste presidente, pero tu administración es justa y prospera.
No subiste a un cuadrilátero, pero has luchado toda tu vida con fuerza y valor.
No fuiste santo, porque como yo, eres humano.
Hoy entiendo que eres un hombre excepcional, que ha sido todo y de todo por amor a tu familia.
Con admiración y respeto.
Tu hijo, Lustein.