jueves, 1 de septiembre de 2011

Bulla.

Por: Lustein Baldemar López Alcázar.

Cuando era niño, recuerdo muy bien que no me gustaban las casas en interior, menos las que estaban alejadas del centro. La mayoría de mis amigos decían que era mejor tener las cosas cerca: el mercado, el centro, las terminales de transporte, vivir muy lejos del centro pues era incomodo. Ahora que ya estoy casado y vivo fuera de la casa de mis padres, me ha tocado habitar en casas en interior y otras alejadas de la parte más céntrica. Sólo en una ocasión viví cerca del centro, y reconozco que me alteraba el movimiento de los carros y el claxon a muy temprana hora. A veces me preguntaba: ¿Me estaré volviendo viejo o amargado? Lo cierto es que ahora, si de vivir se trata, entre más lejos este del centro y si es posible en interior; mejor. La privacidad y la quietud son aspectos importantes que ya se anhelan en Huixtla. Antes el ruido era: El silbato del tren, la cadena del carro del gas, la campana del carro de la basura, el carrito de chacho Ibarra, y uno que otro grito, como: El pan, tamales, elote hervido, etc.

Sin embargo debido al crecimiento mal planeado y el progreso no previsto de nuestra ciudad, esta ha dejado de ser un lugar que se había caracterizado por su tranquilidad. Hoy, Huixtla se ha convertido en una mera reproductora de ruido, una bocina gigantesca plagada de sonidos indiscriminados que por ende generan contaminación y alteran la salud.

Son tantas las fuentes de donde se generan ondas sonoras mal reguladas que cada vez distinguimos menos de donde provienen. Por citar ejemplos, el número cada vez mayor de transportes con el ruido excesivo de sus motores y sus cláxones nos ponen en un caos desesperante. Debido a que la vialidad está mal planeada y regulada, los conductores de los medios de transportes tratan de salir del problema como pueden, con acelerones, toques estridentes de sus bocinas que lejos de alertar, lastiman. El claxon se ha convertido no en un instrumento sino en un arma.

La música mal regulada en las cantinas, algunos negocios y el comercio ambulante que utiliza algún aparato electrónico para pretender difundir sus productos nos están contaminando y dañando físicamente. A veces resulta irónico que los promotores de salud como son algunas farmacias, se parezcan más a un bar o discoteca que un espacio de salud.

Y que decir del comercio informal que expende piratería, estos utilizan sus aparatos con sonidos por encima de los decibeles permisibles y lo que resulta peor, sin ecualizar, esto hace que el sonido sea agudo y lastimoso, provocando: Dolor de cabeza, hartazgo, fastidio y en algunos casos altera e irrita la paciencia.

Los anunciantes de productos o eventos, el llamado perifoneo que cada día son más, nos condenan al ruido continuo y desde muy temprano hasta muy tarde. Pregunte como se sienten a los que les toco la mala suerte de vivir muy cerca de una discotek o de un salón de baile, incluso de una iglesia, donde los ruidos son indiscriminados. Por ejemplo: Las famosas “discos rodantes” y sus sonidos poco gratos, llenos de ecos graves que en una madrugada son para volverse loco. Eso sin tomar en cuenta los escándalos, gritos y peleas que estas provocan.

Recuerdo que en una ocasión me encontraba en Costa Rica en el domicilio donde vivía, eran como a las 6 de la tarde, tenía que hacer unas lecturas. Justo en ese momento unos vecinos comenzaron una fiesta. En seguida le comente a mi esposa: “Con ese ruido a ver si podemos dormir” Para mi sorpresa, cuando el reloj marcó las diez de la noche, los vecinos bajaron el volumen, la fiesta siguió, pero con la música baja. Me quedé asombrado, me asomé por la ventana y vi a la gente en la casa bailando y con la música en un sonido normal. Pero mi asombro mayor fue cuando leí en la prensa costarricense que una señora le había ganado una demanda a la compañía de ferrocarriles de ese país. Dicha demanda se realizó porque a la señora le molestaba el ruido que hacia el silbato del tren. La autoridad ordenó a la compañía abstenerse de hacer ruido cuando pasara frente a su casa. ¿Se imagina usted poder ganar un pleito legal a un triciclero, transportista o chofer en nuestro país para evitar que haga algún ruido molesto? …Ni en sueños.

Me cuentan que en Estados Unidos ocurre algo similar, si usas tus parlantes en alto volumen no demora una patrulla en llegar a pedirte muy amablemente que le bajes o de lo contrario te arrestarán. Pues así cualquiera le baja sin oponerse o hacer escándalo.

Pero en nuestro querido terruño, la ley vale poco y no se acata y a eso súmele la poca cultura de respeto a los demás. La palanca, el compadrazgo, la corrupción han provocado que cualquiera haga lo que le da la gana. Por lo que a veces nos toca agachar la cabeza y decir: “No se puede hacer nada” Me da la impresión de que con tanto ruido ya ni la autoridad escucha.

Lo cierto es que entre más ruido, más nos afectamos. Entre mas nuestros oídos están a expensas de sonidos estridentes menos escucharemos el día de mañana. Es bastante probable que por no querer escuchar hoy o hacernos oídos indiferentes, nos condenemos a la sordera en un futuro.

No vivimos en Europa ni en una metrópoli, tampoco somos una urbe, pero cada vez escucho decir a más personas: “Me quiero ir a un lugar menos ruidoso en donde pueda tener mayor tranquilidad y estar menos tenso”. Hay gente en Huixtla que mejor se fue a vivir a la parte alta, aunque ya no sea Huixtla, pero hay menos bulla y más tranquilidad. ¿Será que nuestra ciudad se está convirtiendo en una maquina ruidosa que no descansa? Se que quizá para muchos no sea de relevancia lo que reflexiono, pero en menos de una década resentiremos los estragos de tanto sonido estridente.

Afortunadamente aún podemos escuchar el concierto de los pájaros en las mañanas, el arrullo de los grillos y las chicharras en la noche, el sonidos del viento y el mover en ocasiones de la hojas de los arboles. Cuando eso desaparezca de nuestra ciudad, seremos como entes llenos de ruidos que anhelarán la quietud y el silencio que una vez conocieron.

Mi más sinceros pésames a los oídos de los taxistas, de los que hacen perifoneo, de los que venden gas, los que traen audífonos todo el tiempo, los que no ecualizan sus aparatos de sonido. Los que disfrutan el sonido estridente en las pachangas, sin saber que atrofian su aparato auditivo; porque están condenados en un futuro al mal humor, al sobre salto y a la desesperación, vivirán pues inquietos buscando un oasis de silencio, o una burbuja de tranquilidad y estabilidad.

No lo vi, me lo dijeron; pero fue cierto. (Un cuento)

(Los nombres de los personajes son ficticios, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.)

Por: Lustein Baldemar López Alcázar.

En los años en que Huixtla era un pueblo en proceso de urbanización, que no tenía tantas calles pavimentadas y las propiedades se dividían con cercos de plantas y alambres de púas, no era tan difícil pasar de una propiedad a otra. La gente no robaba como ahora y el ambiente de comunidad era más vinculado aunque los patios eran grandes.

En esas fechas ocurrió una historia tan peculiar que se antoja a una moraleja: Roberto era un joven en edad cercana a los treinta, casado, que gozaba de buena salud y virilidad. Una de las muchas noches de feria, cuando el parque estaba en la hora de más afluencia, en el que la gente cenaba y disfrutaba de los juegos mecánicos, él caminaba y lo hacia como esperando solo que el tiempo pasara. Después de tanto dar vueltas al fin se dirigió frente al negocio de don Arturo, “La burula”, cantina famosa y muy concurrida. Se detuvo disimuladamente como buscando algo mientras contaba cuantos clientes habían. Después vio su reloj y sonrió con cierta malicia.

Comenzó a caminar buscando una de las salidas de la feria, hasta perderse en lo oscuro de las calles. Contrario a lo que había en la feria, por las aceras casi no había gente, todo parecía tan silencioso, se podía escuchar el sonido que emiten los insectos nocturnos, y el ladrido de algunos perros.

Roberto ya había abandonado las calles pavimentadas y caminaba por las empedradas calles de aquéllos días; sentía que la respiración se intensificaba mientras se acercaba a cierta casa, poco a poco se detuvo frente a una cerca y constato que nadie lo viera y la saltó, mientras alguno perros comenzaban a ladrar. Después de olfatearlo, se quedaron quietos. Caminó hacia la parte trasera de la casa, buscando la puerta de la cocina. Mientras tanto alguien dentro de la casa, caminaba hacia la misma dirección apenas logrando distinguir entre la oscuridad; era Patricia la mujer de Don Arturo, el cantinero de la feria. Ella era una hermosa mujer, joven y de figura escultural. Al abrir la puerta abrazo con locura a su amasio y le comenzó a llenar de caricias y besos mientras penetraban a la vivienda. El respondía de la misma forma a los arrumacos de su amada buscando así satisfacer sus deseos carnales. La intensidad de las caricias reclamaba el lecho calido para consumar la pasión prohibida que los arrastraba. Justo en ese momento escucharon los ladridos de los perros y al mismo tiempo la potente voz del amo que les hablaba por sus nombres. Ambos sintieron helarse por el susto. Un miedo terrible los invadió al sentir que estaba a punto de ser descubiertos. Astutamente Patricia le sugirió a Roberto que se ocultase detrás de una puerta que daba al fogón que estaba en el patio.

Se escucharon los golpes insistente en la puerta, esperando un poco, quito la tranca de la puerta y fingiendo estar adormitada le dijo al esposo que se le hacia extraño que llegara tan pronto. El le comento que el ayudante había llegado y que se había dado el resto de la noche libre. En ese instante comenzó a abrazarla e intentó besarla, pero ella le contesto que tenia dolor de cabeza y que no se sentía bien, a lo que don Arturo le rogaba un poco de placer, ella contesto que mejor se durmiera, que estaba indispuesta.

Don Arturo no tuvo más que acostarse y al poco tiempo se quedo completamente dormido, momento que Roberto aprovechó para salir de la casa y después caminó rumbo a su hogar en donde lo esperaba su mujer.

Caminaba con cierta intranquilidad, recordaba que había estado a punto de ser descubierto, aunado a eso, su excitación había sido interrumpida de forma abrupta y solo le quedaba recordar y anhelar los besos y las caricias de su amante para otro encuentro. Apresuro el paso para poder llegar más rápido a su casa.

A la entrada de su vivienda sus perros salieron a recibirlo y llamó a cada uno por su nombre para que se tranquilizaran.

Toco la puerta con cierta insistencia, su esposa quito la tranca, el entro; y sin decir más comenzó a besarla, de alguna forma deseaba satisfacer su necesidad sexual que momento antes había sido estorbada. Pero, curiosamente su esposa le dijo: Tengo dolor de cabeza, no me siento bien, mejor acuéstate a dormir. En ese momento Roberto la hizo a un lado y veloz como un rayo encendió las luces de su casa, como loco busco por todos lados para ver sino había algún sujeto escondido.

Huixzantan.
Por: Lustein Baldemar López Alcázar.

“Con sincero reconocimiento a los integrantes de la directiva de la colonia “San Antonio” y a su presidente; Juan Luis Ángeles R.”

Hace tiempo vi una película gringa que se llama “Impacto en lo profundo”. La cinta retrata la historia de una inundación provocada por el choque de un meteoro en el mar. Esto hace que los pobladores evacuen el lugar y corran hacia las montañas para ponerse a salvo de una inundación.
Dos cosas me llaman la atención de esa película. La primera es que el presidente de los estados unidos es negro, cuando esa película fue hecha no había tal cosa. Creo que los estadounidenses no soñaban con eso, lo digo por su racismo, sin embargo la realidad ya superó a la ficción.
La segunda cosa que es interesante y digna de mención es que hoy, en todos lados, corremos hacia los lugares altos, todos buscamos un sitio seguro, los ríos dejaron de ser un lugar bonito para vivir cerca de ellos. La realidad está superando a la ficción.
Desde el desastre del noventa y ocho, los Huixtlecos comenzaron a buscar patios para construir en lugares alejados del rio. Recuerdo que antes nos decían a los que vivíamos en las partes altas de Huixtla; “Ta muy lejos tu casa y la gran subidona” Ahora, la calle donde viven mis papás es una de las más transitadas y aunque es alto, hoy se busca estar, en lo más alto, donde se este a salvo del rio y lejos del calor. El segundo desastre que vivimos en el dos mil cinco nos dejó un mensaje: “Si vuelve a llover intensamente, el rio puede entrar al centro de la ciudad e inundarla, como ocurrió en Tabasco y Veracruz”
Por eso ya se están formando nuevas colonias y todas están con dirección a una parte de Tuzantan. ¿Por qué para allá? Pues es sencillo; primero porque la parte que colinda con Tuzantan al nororiente de Huixtla está en alto. Y segundo; porque es para donde la mancha urbana se fue, es decir que ya está poblado. Desde que la colonia 29 de Diciembre se formó, muchos comenzaron a apostarle a buscar esos rumbos y los que lo hicieron, no se equivocaron.
Los que compraron en un principio pagaron precios bajísimos, cantidades que no rebasaban los 5,000 pesos y en algunos casos hasta en pagos. Ahora los patios por esa zona alcanzan hasta los doscientos o trescientos mil pesos, contrario, muy contrario a lo que cuesta hoy una casa cerca del rio que por estar en zona de riesgo se depreciaron.
Después del crecimiento forzoso, se unieron ambas poblaciones y hoy, solo divide una calle a las dos Ciudades. Lo cierto es que la mayoría de los que viven en esas colonias cercanas realizan todas sus actividades aquí, pero son ciudadanos tuzantecos. Aunque no se nota, hay situaciones peculiares de esta unión. Por mencionar algunos ejemplos: El Conalep Huixtla, se ubica en Tuzantan. Los “colectivos” de Huixtla tienen las rutas los: 29, La flor, Jubileo, San Miguel. Y todas estas son colonias tuzantecas.
En los últimos meses del año pasado, fui testigo del proceso de escrituración de nuevas colonias pertenecientes a Tuzantan, esto porque decidimos adquirir un predio en una colonia de nueva creación. La oportunidad de comprar era por el buen precio y también porque ando huyendo del rio. Cuando dicho asunto estaba a punto de concluir, nos citaron para hacer los pagos correspondientes en las oficinas de catastro. Cuando me encontraba pagando el predial en la presidencia de este municipio, no me sentía extraño, más bien en confianza porque estaba entre puros Huixtlecos. Salieron muchos chascarrillos mientras hacíamos fila. Algunos decían: “Debemos promover la anexión se San Antonio a Huixtla (así se llama nuestra colonia). Les decía: “Promovamos un nuevo municipio Huixzantan”. No faltó quien dijera: “Somos los NINIS, ni Huixtlecos ni Tuzantecos”. Nos comentaba el líder de la colonia, que toda nuestra información pasaría el IFE, así que ya estaremos registrados con nuevas direcciones. En las próximas elecciones tendré que elegir presidente en otro municipio.
El crecimiento inminente de las poblaciones forma sin duda alguna, nuevo asentamientos. Algunos en zonas de riesgo, otras en lugares invadidos. Sin ánimo de hacer promoción, considero que la colonia “San Antonio” tiene muchas ventajas que la hacen favorable; Algunos predios aún están a precios accesibles, ya no será difícil escriturar porque ya hicieron todo el proceso de loteo ante hacienda y protección civil. Es la más cercana a Huixtla (atrás del Conalep). Por su altura, el clima es favorable, siempre corre un viento fresco y el ruido es menor. Todo indica que no crecerá sin planeación porque a diferencia de otras, llevó un proceso de acuerdo a lo establecido por el gobierno del estado. Bien por estos logros, todo sea por el beneficio de tener un lugar donde vivir, mismo que posea las condiciones óptimas para el desarrollo de una sana convivencia.