jueves, 17 de septiembre de 2009

Las tribus urbanas.

Por: Lustein Baldemar López Alcázar.

Hace un tiempo veía por televisión las manifestaciones de algunos grupos de jóvenes integrantes de las llamadas tribus urbanas que peleaban. Al ser entrevistados; algunos expresaban que reclamaban un lugar en la sociedad. Otros, estaban molestos porque sentían que los imitaban y no había originalidad de parte del otro grupo. Había Darketos, Punketos, Skatos y Emos. La situación parecía se calentaba, la policía intentaba negociar con los lideres y no se lograba nada.

Observando esto me preguntaba: ¿Y los padres?, ¿Donde están los responsables del comportamiento de estos jóvenes? Si los hijos no obedecen a la autoridad pública, escolar o cualquier otra, es porque difícilmente han obedecido a la autoridad familiar.

Los maestros en las escuelas sufren con ciertos alumnos. Ellos intentan moldear ciertas conductas, como: la forma de vestir o de expresarse.
Recuerdo que un compañero maestro decía: “Para que me molesto por la actitud de cierto joven, por su forma de vestir o de ser. Se supone que de su casa sale vestido así. Si el papá o la mamá no dicen nada. Si a ellos no los respetan; menos a mi”
Cuanto hace que los padres han perdido la autoridad en los hijos. Es triste escuchar a madres de familia que dicen frente a un profesor o al orientador de la escuela: “ya no se que hacer con el” ó la frase típica: “no me obedece”.
La falta de autoridad y la falta de imagen paterna, han provocado que muchos jóvenes naveguen sin rumbo; que estén completamente extraviados. Sin duda alguna la mayoría de estos están en la búsqueda de su identidad. Por ello el conflicto que tienen en su interior, lo reflejan en su exterior. Y cuando en el hogar no hay liderazgo o autoridad, los hijos buscan quien sustituya este rol. Por eso buscan agruparse y tener un vínculo.
Las famosas tribus urbanas, llamadas así por Michel Maffesoli en su libro: "El Tiempo de Las Tribus", no son más que grupos sociales, generalmente de jóvenes solteros que se reúnen con la idea de identificarse con alguien o algo; buscan ser aceptados y adoptan ciertos patrones conductuales.
Es interesante notar que tienen muchas características similares a las de una organización o agrupación social; Tienen un líder, persiguen un fin, poseen las mismas ideas, visten de cierta forma, hablan un mismo lenguaje, frecuentan los mismos lugares y defienden sus ideas al precio que sea.
Los adolescentes y jóvenes carentes de lazos familiares, sin una clara identificación con sus padres, son candidatos a pertenecer a estas tribus.
Es triste también notar que muchos hogares se forman sin la imagen del padre, aunque el esté presente. Porque nunca tiene tiempo, tiene mucho que hacer, o porque es mejor que no lo molesten.
Nos está absorbiendo una cultura en la que está haciendo falta tiempo de calidad y todo se pretende sustituir con una buena educación, estatus, buenas cosas y placeres efímeros. Pero en el interior, en la necesidad afectiva, se está vacio.
Y que decir de la realidad social de muchos hogares viven, matrimonios deshechos, padres que emigran en busca de trabajo, hijos que nacen en el concubinato, sin poder disfrutar o sentir apoyo de su padre; porque este, pertenece a otra familia a la de su verdadera esposa.
Algunos definen que las tribus urbanas, son para las grandes urbes, para las ciudades grandes. Pero hay una realidad en nuestro contexto. Los padres se están involucrando en tantas cosas, menos en la familia. Están pensando primero en el dinero para aliviar la necesidad creada por el consumismo yanqui, antes que pensar en ceder más horas a la familia, aunque haya menos dinero.
Pregúntese: “Mi hijo necesita, o yo necesito con el dinero callar mi conciencia”.
Algunos dicen: “Es que los hijos piden y uno tiene que darles”
Defina pues que les dará: Dinero, status, cosas, todo lo que reclama la superficialidad; Sería mejor tiempo de calidad, espacio para escucharle, proyección, amor, identidad. Todo lo que ayude a su estabilidad emocional.
Se dará cuenta que para esto no se necesita dinero; solo pensar un momento como ellos, e ingresar a su mundo; y así saber que quieren.
No le sorprenda que le pidan lo mismo que antes usted necesitaba: Tan solo tiempo y ser escuchado.

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